lunes, 25 de enero de 2010

Cole de los 90

Antes de servir de conejillos de indias en la E.S.O., los que nacimos a mediados de los 80, tuvimos que forjar nuestra personalidad en un micromundo lleno de características posiblemente sólo entendibles por los que vivieron la misma época. Los padres lo llamaban El Colegio.

Todo tipo de seres mitológicos se dan cita en la escuela. Normalmente había la clase A y la B, pero en cursos superiores se iría incrementando el número de alumnos (incluso aulas, C, D y sucesivos) dado los temidos repetidores. Esos abusones solían robar el bocadillo en el recreo al pringadete de turno o hacer las mejores putadas a profesores o compañeros en clase. En toda fauna que se digne, existía ese niño con el parche en el ojo, que aunque fuera inofensivo a mi me daba un miedo de pelotas. Con 7 años, esperabas que cualquier dia ese niño pirata trajera el sable y liara un motín, por tanto no era mucho de fiar. También estaba la niña que se comía el pegamento y/o las gomas de borrar o los clásicos como el mariquita que jugaba al volleybol en Gimnasia, el pelota de la profe que por supuesto no tenía amigos, la chica que no hablaba (se comentaba que era una androide) o el que era un crack al fútbol y por supuesto malo en Matemáticas.

'Bullying', que según la definición de wikipedia es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros. ¿Pero qué cojones nos cuentan a estas alturas? Por aquellos años eso era el pan de cada dia de muchos y donde la ley del más fuerte reinaba. Si te chivabas, eras un gallina y un soplón, asi que la técnica era devolver la putada en el momento más inesperado. En el patio los mayores (la gentuza de 7º y 8º) se aprovechaban y ocupaban todas las pistas de fútbol y baloncesto y además jugaban con balones de reglamento y tiraban a trayón. Aún así era divertido jugar en el barro o incluso ver como acontecian 4 partidos de futbito en la misma pista. No tenía precio ver 4 o 5 porteros en la misma portería, y siempre solían ser gordos, no me digas por qué.

Las leyendas urbanas también tenían cabida en alguna puta mente que intentaba asustar a los niños con historias sin ningún tipo de fundamento. ¿Quién no ha oido la del hombre que da droga en la puerta? ¿Le habeis visto alguna vez? En la puta vida joder, lo más parecido eran los marroquies, pero en la puerta de los instis y por supuesto no la daban, vendian hachis con clientes conscientes y fieles. Luego estaban las catastróficas, en las cuales todo daba cáncer: las calcamonias daban cáncer, los cromos del Barça, los minichupetes de plástico de colores... Y recuerdo las que tenían diversas variantes, como la del grifo de la izquierda del baño de los chicos tiene un moco (y también da cáncer por supuesto), el conserje es un alienígena, hay hormigas muertas en los flanes de huevo del comedor... Y es que las conversaciones de la gente que nos juntábamos por allí eran de lo más imaginativo, pero se podía preveer después de ver lo que echaban en la tele por las mañanas: desayunando con Dragon Ball y Oliver y Benji, llegabas al cole y te creias el invencible Goku y les contabas a tus compis milongas que hasta tú te creias sobre tus nuevos poderes adquiridos mientras dormias. Por cierto Oliver y Benji se llamaba Campeones aunque medio planeta no lo sepa, y los Fruitis empezaron a ser una verdadera comida de olla cuando me empecé a preguntar que pintaba un puto cáctus entre tanta frutita. Podemos clasificar otro tipo de leyendas, que se creaban diaramente donde los protagonistas eran nuestros padres. Y si no, quién no recuerda 'Pues mi padre es más fuerte que el tuyo', 'Pues mi padre caza jabalis de 2 toneladas'....a lo que ahora que soy mayor podría responder con crueldad '¿Ahh si?? Pues mi padre se folló a tu madre hace 8 años, asi que mira a ver si no estamos hablando de la misma persona'. Por cierto hubo un anuncio de seguros (no me acuerdo si Santa Lucia o alguna mierda de esas) que quemó estas competiciones, con el 'Todo, todo y todo', madre mia que niña más repelente.

El aula no era para nada divertida, y cualquier excusa para salir de ella era bienvenida. Los docentes organizaban excursiones 'culturales' para que desfogasemos un poco. Porque la verdad sea dicha, a un niño de 10 años le importa más o menos una mierda los cuadros del Prado. Asi que el Ministerio de Educación debe ser consciente que de lo único que servía es para pasar un ratejo con los amigos y las chuches que te comprabas antes de salir, en un hábito de socialización, que años más tarde derivaría en el botellón. La otra forma de salir del aula era cuando te echaban de ella. Yo era un verdadero experto en conseguirlo, bastaba tocarle un poco la moral a la profesora o pegar a tu compi de mesa y ya te mandaban al pasillo. Cuando algún colega estaba involucrado estaba bastante entretenido porque te podias echar todas las risas e incluso una partida de canicas, pero cuando eras tú el único maldito desgraciado, podias limitarte a contar las gotas de gotelé de la pared o firmar en los espejos de los baños (a no ser que la mafia de 8º estuviera echándose unos pitis claro). Si se te iba de las manos un poco, el jodido maestro escribía una carta y hacia que la llevaras a casa para que la firmaran tus padres, contándoles lo bastardo que eras y todas esas cosillas. Pero lo más curioso del tema, es que eras tan obediente que lo hacías, con lo fácil que hubiera sido hacer un garabato y decir 'Si si, mis padres ya lo han leido y firmado, y están muy enfadados conmigo' y luego reirte por dentro de ese cerdo barrigudo. Teníamos también otras formas de evadir las lecciones. La escusa de los simulacros consistía básicamente en perderte media horita de Conocimiento del Medio, pero aún más grave era cuando los de 7º tenían examen de Inglés y hacian la jodida llamada de aviso de bomba, ahi ya se iba todo a la mierda y directamente te mandaban a tu puta casa. Unos cuantos minutitos también se podian perder en los enjuagues de flúor masivos que se pusieron de moda en muchos colegios de la zona.

El mobiliario de estas áreas educativas, mal llamadas colegios (perfectamente correccionales incubiertos), parecian sacados de una peli de Tarantino. ¿De qué puta fábrica sacaban esas grotescas maderas verde pálido que duraban décadas? Multitud de escritos yacian en esas mesas, 'Juan corazón Maria', los nombre de planetas para el examen de ciencias o el tipico pene gigante (y con bello púbico). Tú no jodias las mesas, las decorabas aún más, ya fuera con boligrafo o con algo más efectivo como el compás. El corcho, que supuestamente era un punto de información, también sufría la cólera de los grafitis más ocurrentes.

Las horas en clase se intentaban pasar de la mejor manera posible. Yo solía rellenar cada espacio en blanco que tenían los libros con dibujos de diversa índole, o fomentar el uso de notitas informativas o simplemente con gilipolleces que tirabas a tu compañero. A veces eran en plan 'Me mola Crsitina', o comentabas el show de Xuxa de la tarde anterior o peor aún el de ese intento fallido de la versión española, ¿cómo se llamaba? asiiii, Leticia Sabater. Estas notitas fueron los origenes de lo que ahora conocemos como Chat. Pero sería por pasatiempos, cuando te convertias en el propio MacGyver e inventabas cualquier dispositivo con proyectiles ya fueran metálicos, gomas de borrar o tus propios escupitajos; el objetivo era bien sencillo, joder al prójimo.

Luego, digamos que un 10% de cada clase sufrirían desde pequeños lo que ahora se llama desnutrición. Esto era debido a no poder ir a casa a comer porque tus padres curraban (o pasaban de ti) y no tenías más pelotas que enfrentarte a ese espectáculo culinario del Comedor. Damas y caballeros, lo que se come allí simplemente no es comida. Esos pures, esos filetes de carne de hurón, ese pescado que llevaría congelado décadas, esos yogures de marca Dia. Toda tu astucia entraba en combate para deshacerte de toda esa mierda: echarle más a tu compi cuando se despistaba, fingir ataques de orina para tirar por el retrete esa bola de ¿merluza seca y con espinas?, usar las cucharas de catapultas... Pero tio, si te cazaba alguna cuidadora tocahuevos, estas literalmente condenado a pasarte el recreo enfrente de ese asqueroso plato. En ese punto una prueba de resistencia tenía lugar, manteniéndote firme en tu huelga de hambre, y por más que la señorita Rottermaier se creyera que te lo ibas a comer, siempre sonaba la campana para salvarte (me ahorraré aquí un chiste de Zack Morris o Kelly Kapowski) y tirar millas a las lecciones de por la tarde.

Pero lo que sin duda me gustaba más era el dia de las notas. Las futuras cajeras del Carrefour (por aquel entonces Pryca o Continente), y los futuros mecánicos del Midas temían esa fecha, al ver plasmado en un folio más Insuficientes (los llamaban 'NM: Necesita Mejorar') que en una prueba de coeficiente intelectual a Dinio. Yo era de los normalitos, no era dificil sacar unos cuantos 'Destaca' y el gracioso 'PA: Progresa Adecuademente', y con esto ya tenías contentos a tus padres e incluso caía algún regalito por buenas notas. Todo era gloria cuando Plástica o Religión eran asignaturas y los trabajos eran resúmenes de librillos de 90 páginas que se debían hacer a mano y customizar tu propia portada con esas Plastidecor.

Y por último, el fin de curso, con esa fiesta hasta las tantas (quiero decir las 10, 11 de la noche), que consistía en desinhibirse con globos de agua o bailando con la profesora de 57 años. Te despedias de los compañeros como si te fueras a escalar el Everest y te metias los veranos de tu vida. No sé a vosotros, pero mis veranos con 8 años no parecían tener fin. A veces no te aislabas totalmente de los estudios, y hacias algo productivo con esos cuadernillos 'Rubio' o las 'Vacaciones Santillana' ( o a ver si os acordais de los 'Micho') que no hacian más que permitir a tus padres que no tocaras los huevos el rato de la siesta.

Y así transcurrió la infancia de muchos niños que ahora tendrán entre 25 y 30 años y estarán en la oficina pensando, joder y si pudiera ahora ir al patio a jugar a Liebre.